lunes, 29 de octubre de 2012

¿Quién soy?

           Ahora que se están tomando tiempo de sus vidas para leer las líneas de este blog, considero prioritario, responder a la pregunta del título de esta entrada. Si voy a ser leído, debe dejarse claro a quien se lee, de esa manera creo podrá responderse más fácil la pregunta de, ¿Para qué voy a leer a este sujeto?
        
  Definir a una persona en tan poco espacio, fuera quien fuera la persona, es complicado, pero intentaré hacer mi mejor esfuerzo. 

         Soy un licenciado en letras españolas, uno que rompe la visión englobada de uno, o al menos eso me parece, ya que no soy un hombre que habla de Borges, García Márquez, entre otros escritores latinoamericanos, ni alabo a los grandes clásicos como Don Quijote de la mancha, de Cervantes, o la Divina Comedia de Dante. El primero lo encuentro demasiado soporífero y el segundo un verdadero somnífero, aunque no desmerito las grandes obras maestras que son y que construyeron la literatura como es hoy. Tampoco soy de esos letrados que te hablaran de la filosofía de Derridá, Nietzsche, etc., sino, que los encuentro demasiado tediosas, y siendo honestos, a estas alturas casi olvidé quienes son. ¿Patético no? Un letrado que ignora las “grandes joyas” de su propia rama. Tal vez, pero es que encuentro más placer en muchas otras obras y pensamientos contemporáneos, o a veces hasta de otras lenguas, o incluso en situaciones de la vida misma, o hasta en un videojuego, una película, y demás formas de expresión audiovisual que manifiestan el desarrollo de una trama. Si estoy en lo correcto o incorrecto en actuar de esta manera, no lo sé, pero ya lo iré viendo con las experiencias de vida.
         
   Ahora hablando un poco de biografía o Curriculum Vitae, he sido escritor desde que tengo memoria, nada más que no siempre escribía en papel. Recurrentemente armaba historias a mitad de juegos con mis hermanos, o inventaba complicadas tramas y diálogos a mitad de los videojuegos de primera generación, si es que consideramos complicado “hacer hablar a Mario Bros” condenando a Bowser por capturar a la princesa. Otras veces, construía personajes y los distribuía entre amigos para armar una historia real mientras jugábamos a “la trae” o “las escondidas”. Un espía de fama internacional que debe esconderse de las monstruosas niñas para asi poder encontrar la formula XYZ del doctor pato, o cosas asi. No solo armaba historias en mi cabeza, sino, que fue aquí que comencé a dibujar, haciendo comics paródicos de Mortal Kombat VS Killer Instinct, y de vez en cuando algún intento fracasado de originalidad. ¿Supongo que ya se habrán dado cuenta cual era mi hobby favorito?

Posteriormente, llegué a la pubertad, y con los melodramas hormonales y la comezón de la entrepierna, vino una creatividad superior, donde armaba auténticos dramas en escenarios ilusorios, donde la chica que tanto me gustaba terminaba enamorándose de su servidor. Debo decir que eran laberintos de verdaderas complicaciones y millones de desenlaces. También recuerdo haber desarrollado misterios dignos de Arthur Conan Doyle, para despistar a mi madre cuando hacia alguna vagancia o llegaba tarde a la casa, donde el verdadero criminal era yo y siempre salía airoso. Aunque no solo armaba relatos mentales, también fue aquí donde empecé a escribir poesía, “¿Palomita Blanca dónde estás?” rezaba el favorito de mi madre y su sequito de señoras chismosas que se enternecían de la dulzura de un treceañero enamorado. Por el final de la secundaria, abandoné la poesía y comencé con los cuentos, con los que participaba con gran ilusión en los concursos, para luego ser derrotado por un amigo con sus parodias alusivas a Resident Evil, bueno no podía quejarme, ya que yo hacia las mías basadas en Final Fantasy y Neo Genesis Evangelion.  Al menos eran mejor que el cuento del “Conejo Arcoíris” que escribí en primero de secundaria, basado en un dibujo abstracto que nos hizo hacer un profesor de español. Fue aquí también que leí mi primer libro: “El Hobbit”, proporcionado por uno de los que sería mi mejor amigo en ese entonces, y que posteriormente marcaria mi inclinación hacia las letras.

Nunca logré un reconocimiento físico, ni siquiera a mediados del bachillerato, donde seguía escribiendo cuentos, ya originales, de donde surgiría un cuento llamado Cyber obsesión, el cual aún conservo. Mi dibujo empezaba a mejorar y deseaba crear un comic con una gran trama, de complicados personajes de nombres churrescos como Dragón Slayer, Gamma Psychic, Tecno Cop… ¿Alguien vio alguna alusión a mi héroe infantil, Robocop? Y donde dejaba la mayor parte de mi tiempo aprendiendo el programa de RPG Maker para crear el “mejor videojuego de toda la historia” basado en mi comic. Seria a mediados de esta etapa donde llegaría el único reconocimiento verbal de la forma más brutal que pude obtener de un amigo de treinta años: “Ya deja de estar perdiendo el tiempo, no eres buen dibujante ni nunca lo serás. Yo lo que estoy esperando es ver que hagas tu historia en el RPG Maker, porque para eso si eres bueno, para escribir”. Golpe a la quijada, y directo a la lona, victoria por Knock-out. Esto me dejó marcado de por vida, abandoné el dibujo pensándome un fracaso, hasta que meses después comprendí que era un halago a mi escritura.

Decidí entonces probar suerte en un mundo en el que se envolvían aquellos que les gustaba el anime, los Fanfics. Por aquel entonces tenía dieciocho años y mi primera novia, quien me infectó con el gusto por las animaciones japonesas. Escribí varios fanfics, obteniendo una arrolladora aceptación en forma de emails en mi correo y comentarios en la página que unos amigos y yo formamos, “Mexican Anime Special Hunters”, una página dedicada al fanfic. Con mis grandes obras como “Las Sailor Scouts van al psiquiatra”, “Hasta en los mejores animes” y mi Opus Magna, “Las Chicas desaparecen”. Los cuales aún conserva mi novia como un tesoro del recuerdo. Una gran elevación a mi autoestima. Fue también aquí que retomé mis hábitos de lectura que había abandonado al conocer el PlayStation, empezando con la obra que dejaría incompleta tras el Hobbit, El Señor de los anillos…

Aún hay más de esta historia, pero considero suficientes líneas para una sola entrada, y es buen lugar para detenerme, ya que es aquí donde comienza mi verdadera carrera literaria. Continuaré en la siguiente entrada. 

Una vez más, gracias por su lectura.

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